Los animales que protegemos

Siete extrañas especies de las profundidades del océano

Gusanos que comen ojos, cangrejos que parecen yetis, anguilas que ayudan a los peces a cazar… El mundo puede ser un lugar raro y maravilloso.

Por Matthew L. Miller, Justine E. Hausheer y Cara Cannon Byington

Morena verde.
Morena verde. © National Marine Sanctuaries / Wikimedia Commons

Cierra los ojos y piensa en la fauna marina. ¿Qué especies te vienen a la mente? Tal vez una majestuosa ballena jorobada que canta en las profundidades, una tortuga marina verde que nada en un arrecife, o quizás un gran tiburón blanco que caza focas en la costa.

Nuestros mares están llenos de especies que inspiran asombro y maravilla, y con toda razón. Sin embargo, en las profundidades, acechan otras criaturas bastante menos carismáticas: crustáceos parecidos a gusanos que se comen los ojos de los tiburones, cangrejos que parecen un yeti e invertebrados que vomitan sus propios intestinos sobre posibles predadores.

Y a pesar de sus aspectos horribles y sus hábitos extraños, estas criaturas no son menos asombrosas. Sigue leyendo y conoce más sobre algunas de las especies más extrañas del océano.

1. Tollo cigarro

Dientes de un tollo cigarro
Dientes de un tollo cigarro © UBiology / Wikimedia Commons

Si dejas de lado el frenesí del cine, un enorme tiburón blanco es una bestia impresionante. ¿Y el tollo cigarro? No tanto. Aunque solo mide entre 30 y 43 centímetros (entre 12 y 17 pulgadas) de largo, es difícil de superar en cuanto a lo espeluznante que resulta.

Tiene el hocico bulboso y el cuerpo con forma de cigarro. Sus ojos parecen algo que verías en una película de tiburones zombis. En proporción, sus dientes son más grandes que los de cualquier otra especie de tiburón.

Sin embargo, lo que provoca pesadillas son sus hábitos alimenticios.

A pesar de su pequeño tamaño, los tollos cigarro atacan a presas mucho más grandes, como focas, peces de gran tamaño, otros tiburones e incluso ballenas. No matan al animal, sino que arrancan un trozo de carne y dejan un gran agujero.

En Sharks of the World de Princeton University Press, se lo describe así: “Cuando está lo suficientemente cerca, el tollo cigarro utiliza sus gruesos labios y su faringe modificada para adherirse a la presa, luego sus afiladísimos dientes inferiores cortan la piel y, con un movimiento de torsión del cuerpo, extirpa un trozo de carne. Entonces el tollo se separa y sostiene el trozo de carne con sus dientes en forma de gancho mientras deja tras de sí una herida que parece un cráter”.

Algunas ballenas pueden tener docenas estas cicatrices que les dejan los tollos cigarro. 

2. Cangrejo yeti

Cangrejo yeti
Cangrejo yeti (kiwa hirsuta) © Ifremer/A.Fifis

A primera vista, parece una garrapata albina particularmente aterradora. Supongamos que sea una garrapata albina de 15 cm (unas seis pulgadas) de largo. Y con pelo. A esto, se suman unas pinzas regordetas (que se llaman quelípedos) en el extremo de sus patas hirsutas y, bueno, ahí tienes a un Frankenstein que es una mezcla de partes de artrópodos que forman un... cangrejo de aspecto muy extraño. Concretamente, el resultado es s un cangrejo yeti.

Se trata de una especie relativamente nueva para la ciencia; el primer cangrejo Yeti (Kiwa hirsuta) se recolectó en 2005 en la cadena montañosa entre el Pacífico y la Antártida, cerca de la isla de Pascua. El nombre del género, Kiwa, proviene de la cultura polinesia y alude a una diosa de los crustáceos. El apodo, yeti, surge por motivos bastante obvios. En los años que pasaron desde aquel primer encuentro con el cangrejo yeti, se han encontrado otras especies de Kiwa en distintos lugares del Pacífico.

Por suerte (o por desgracia, en dependencia de tus intereses), es muy poco probable que te encuentres con este cangrejo en la playa, ya que los cangrejos yeti viven en las aguas cálidas de los respiraderos hidrotermales del océano Pacífico, a unos 2200 metros (7200 pies) de profundidad.

Qué y cómo comen ha sido tema de debate. Se los ha documentado comiendo mejillones abiertos, pero su principal fuente de sustento puede describirse mejor como “una vida mejor a través de la química (enlace en inglés) y tiene que ver con los respiraderos hidrotermales y los rezumaderos de metano donde se han encontrado.

Las púas de sus patas (llamadas setas) están cubiertas de bacterias que obtienen energía de los compuestos químicos presentes en los gases de los respiraderos y rezumaderos. Se trata de un proceso similar al de la fotosíntesis en las plantas, que utilizan la luz solar para crear energía. Esencialmente, los cangrejos yeti cultivan y cosechan el alimento (las bacterias) en su cuerpo. Para comerse las bacterias, lo hacen con la boca, que tiene forma de peine para rasparlas de sus púas. (Consulta la cena de bacterias de los Kiwa puravida.)

Para facilitar el proceso de cultivo de bacterias, agitan sus patas cubiertas de púas en los gases que salen de los respiraderos. Pareciera como una especie de danza muy extraña de cangrejos muy extraños, algo así como una discoteca para cangrejos yeti en el abismo. ¡Ah!, y si te comieras uno, probablemente tenga gusto a huevos podridos.

3. Morenas

Morenas
Cucú. © National Marine Sanctuaries / Wikimedia Commons

Las morenas forman una familia de más de 200 especies, cuya mayoría vive en hábitats marinos. Algunas alcanzan los diez pies de largo y tienen el grosor de un muslo humano. Otras parecen cintas flotantes y cambian su sexo de macho a hembra. Algunas son de color azul y amarillo brillante, otras tienen rayas como la cebra o manchas como el leopardo (enlaces en inglés) .

Las morenas son conocidas por su mueca más bien siniestra, pero no dejes que eso te engañe. Las morenas no tienen hendiduras branquiales externas, por lo que tienen que abrir la boca para respirar bombeando el agua a través de sus branquias. Otro error común: las morenas no pueden dar descargas eléctricas, aunque sus amigas de agua dulce de América del Sur sí pueden darte una desagradable descarga. Muchas especies segregan en la piel una mucosidad protectora llena de toxinas que las ayuda a protegerse mientras recorren las superficies duras del arrecife.

Las morenas se alimentan de peces pequeños, cangrejos, crustáceos y pulpos. Después de encontrar a su presa, las morenas utilizan un segundo par de mandíbulas, llamadas mandíbulas faríngeas, que proyectan hacia la cavidad bucal para atrapar a la presa e ingresarla absorberla hacia la garganta de la morena. Se sabe que una especie, la morena gigante, caza en cooperación con los meros coralinos, que invitan a la morena a sumarse con un movimiento de cabeza. Los dos animales recorren el arrecife, donde la morena expulsa a los peces que se esconden en grietas demasiado pequeñas para que el mero coralino los atrape. 

4. Mixinos

Mixino que sobresale de una esponja
Mixino que sobresale de una esponja cerca de la Isla de Santa Cruz, CA. © NOAA Okeanos Explorer Program

El mixino es posiblemente el único pez que se ha hecho famoso por un accidente de tráfico. Ocurrió en 2017, en Oregón, cuando un camión que transportaba una gran cantidad de mixinos (con destino a mercados de Corea del Sur) volcó en la autopista 101 y dio una demostración gráfica de la tremenda capacidad del mixino de producir baba. O como dijo como el incomparable Ed Yong: “Los mixinos producen baba como los humanos dan sus opiniones: de manera rápida, defensiva y prodigiosa”.

Por eso también se los conoce como anguilas babosas. Con la excepción de que los mixinos no son anguilas. Son peces sin mandíbulas que viven en el fondo marino, muy poco comunes, que parecen anguilas, pero que en realidad se consideran vertebrados: los únicos vertebrados conocidos con un cráneo parcial, aunque sin columna vertebral. Es complicado.

Gracias a su forma tubular, piel suelta (que puede parecerse al terciopelo barato), “dientes” de aspecto peculiar y un enorme orificio nasal rodeado de barbillas, los mixinos no son especialmente adorables y se parecen a los graboides de la película de la década de 1990, Terror bajo la tierra. Excepto que son mucho más pequeños. Dependiendo de la especie concreta, los mixinos pueden medir entre 40 y 100 cm (de 16 a 40 pulgadas) de largo. Viven en aguas las frías de todo el mundo, pueden pasar meses sin comer y escapan de los depredadores asfixiándolos con su boca o sus branquias llenas de baba. Sin embargo, son sus hábitos alimenticios son los que suscitan más repugnancia, fascinación y curiosidad. No obstante, admito que lo de la baba se le acerca y es un tema interesante de por sí, pero no tengo espacio aquí, así que sigo con lo que comen y la forma en que lo hacen.

Los mixinos se alimentan de gusanos poliquetos y pequeños invertebrados. Hasta ahora, todo bien. También son carroñeros que pueden, gracias a su cuerpo cartilaginoso y un uso acertado de la baba, meterse y salir de todo tipo de cosas muertas (y casi muertas) que caen al fondo del océano. Cosas como ballenas, peces o calamares en descomposición. (El video de cientos de mixinos abalanzándose sobre los restos en descomposición de una ballena en el programa Blue Planet de la BBC traumatizó a mi hijo cuando estaba en tercer grado). Pueden excavar en el interior de un cadáver y abrirse camino comiendo, o bien empezar en el exterior y hacer un túnel a través de la carne y los órganos en descomposición mientras se alimentan.

Según el centro Aquarium of the Pacific pueden incluso atarse y desatarse en nudos para “generar una fuerza de desgarro” con la boca. Están entre las criaturas más asombrosas y primitivas del mundo, y son una fuente de interés inagotable. Sé que no puedo ser la única persona obsesionada con el mixino. 

5. Ommatokoita

Tiburón de Groenlandia
Tiburón de Groenlandia con una ommatokoita saliendo de su ojo. © Hemming1952 / Wikimedia Commons

El tiburón de Groenlandia podría ser un candidato para este blog. Innegablemente, es una criatura genial, posiblemente el vertebrado vivo más longevo (se calcula que una hembra capturada recientemente tenía 400 años). Aunque los tiburones de Groenlandia parecen un poco toscos a los ojos humanos. El biólogo y escritor Tim Flannery los describe como “más bien zombis de las profundidades”.

Continúa: “Los tiburones de Groenlandia pueden tener un aspecto podrido: la piel de algunos está cubierta de manchas de una materia verde parecida a las algas, con zonas irregulares negras y descoloridas, y sus aletas pueden parecer mochas y, a veces, raídas"

Pero se trata de un parásito externo de este tiburón, lo que resulta mucho más inquietante. Un copépodo (crustáceo marino con forma de gusano), Ommatokoita elongata, se adhiere a los ojos del tiburón de Groenlandia y se come su córnea. La mayoría de los tiburones de Groenlandia tienen estos parásitos en forma de gusano colgando de los ojos.

Flannery lo describe como dos gruesos hilos de espaguetis colgando de un globo ocular. Otras fuentes lo comparan con una borla de graduación. El parásito provoca ceguera parcial o total. Al ser una criatura de las profundidades, el tiburón de Groenlandia no depende de la vista. Pero es difícil reflexionar sobre un crustáceo devorador de córneas y no estremecerse. 

6. Pepinos de mar

Pepino de mar
Pepino de mar, manzana de mar, Pseudocolochirus violaceus © budak / Flickr

Los pepinos de mar son casi ridículamente absurdos. Su esquema corporal consiste en algo más que un tubo digestivo con un agujero en cada extremo, cubierto de carne blanda. No tiene cara ni ojos, tampoco huesos ni cartílagos; solamente es una mancha que se arrastra por el lecho marino, aspira la arena y la defeca.

Uno pensaría que una criatura así estaría totalmente indefensa ante los predadores; sin embargo, la evolución actúa de formas misteriosas. Algunas especies, como el pez de arena, se pasan el día enterradas en la arena en un penoso intento de camuflaje. Otros pepinos de mar defecan sus órganos internos en forma de proyectil sobre cualquier posible depredadores y, luego, las partes del cuerpo les vuelven a crecer una vez que evitaron que se los coman.

Los pepinos de mar no tienen pulmones ni branquias, por lo que respiran dilatando su esfínter anal para aspirar agua hacia el recto, donde unas estructuras especializadas llamadas árboles respiratorios extraen moléculas de oxígeno del agua. Pero eso no es lo único raro del trasero de un pepino de mar. Varias especies de peces perla parasitarios viven en el interior del recto de los pepinos de mar. Algunos son inofensivos, simplemente buscan un lugar sin depredadores para vivir. Otros son decididamente menos amistosos y se dan un festín con las gónadas de su huésped desde el interior.

Los pepinos de mar constituyen vitales ingenieros del ecosistema. Su actividad alimenticia ayuda a distribuir los nutrientes y a eliminar el exceso de materia orgánica del sedimento y del agua, lo que conduce a lechos marinos más productivos, y también ayudan a facilitar las materias primas que necesitan los corales para que crezcan sus exoesqueletos.

Echa un vistazo a esta historia para tener más información sobre cómo TNC está trabajando con las comunidades de Papúa Nueva Guinea para proteger a los pepinos de mar. 

7. Elefantes marinos

Elefantes marinos
Elefante marino macho del norte. © Wade Tregaskis / Flickr

Cuando visité la colonia de elefantes marinos del norte en el Parque Estatal de Año Nuevo, en California, los elefantes estaban pasando por una muda catastrófica. Esto parece algo malo, pero es lo que hacen los elefantes marinos. Básicamente, los elefantes marinos cambian todo el pelo a la vez, algo no tan común entre los mamíferos.

Los elefantes que observé y fotografié parecían un poco harapientos. Aunque los más jóvenes seguían siendo bellos con su aspecto de foca bebé sobredimensionada.

Pero un gran elefante marino macho (las especies del sur pueden pesar hasta 4000 kilogramos —8800 libras—) es quizá el menos carismático de los mamíferos marinos. Con su enorme nariz y su grasa con cicatrices de batalla, consigue ser al mismo tiempo formidable, cómico y grotesco.

Los elefantes marinos machos defienden territorios y harenes durante la época de reproducción. Esto da lugar a batallas en las que los animales se chocan entre sí y rugen. Muchos desarrollan callos en el pecho a causa de estas batallas, y no es raro que una pelea se vuelva sangrienta. 

dos pájaros tocando billetes.
LOONS COMÚN en la reserva de Northwoods. © Marci Lanois/Concurso fotográfico TNC 2022