Fotografiando anguilas en la oscuridad
Una artista dirige su cámara hacia la escurridiza, esquiva y amenazada anguila americana
Texto: Jenny Rogers | Fotografía: Christine Fitzgerald
Las anguilas americanas son crípticas. A menudo se las confunde con serpientes (en realidad son peces alargados). Se mueven en la oscuridad, a menudo sin ser vistas. Viven gran parte de su vida en los ríos de la mitad oriental de Norteamérica y un día desaparecen, emprendiendo una épica migración hacia el océano Atlántico para desovar y morir.
Esa migración—inversa a la que realizan especies como el salmón, que desova en la relativa seguridad de los ríos y vive en el océano— fue lo que despertó la fascinación de la artista fotográfica Christine Fitzgerald, cuando se dispuso a fotografiarlas en 2021. La artista, afincada en Ottawa, había recibido una subvención del Canada Council for the Arts y del Ontario Arts Council para documentar especies vulnerables en el río San Lorenzo, que discurre a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y Canadá. La anguila americana, antaño numerosa en el río, llevaba décadas luchando por sobrevivir. Era una candidata ideal, pero difícil.
«El San Lorenzo ha sido históricamente una de las fuentes más abundantes de anguilas del mundo, pero con las represas, la contaminación y el tráfico ilegal, su número se ha reducido drásticamente», afirma. Lo mismo ha ocurrido con las anguilas americanas en gran parte de su área de distribución en Norteamérica, donde las represas han bloqueado sus migraciones para desovar en el océano y la contaminación ha dañado su hábitat. La UICN, que identifica las especies en peligro en todo el mundo, clasifica a la anguila americana como especie en peligro de extinción.
Para fotografiar a las anguilas, Fitzgerald recurrió a científicos de los alrededores. Primero se reunió con investigadores del River Institute, un centro de investigación de ecosistemas fluviales con sede en Cornwall (Ontario). El equipo estaba estudiando las anguilas cerca de una presa hidroeléctrica y dejaron que Fitzgerald las fotografiara. Más tarde, volvió a reunirse con los científicos mientras capturaban, marcaban y liberaban anguilas en el río San Lorenzo como parte de una investigación en curso.
«Trabajaban hasta las tres de la madrugada marcando anguilas mientras yo, subida a una mesa de picnic, sacaba fotos del interior de la bañera», cuenta. «Usaba una cámara digital y luego seleccionaba aquellas fotos que tuvieran una composición más interesante».
Luego aplicaba diversas técnicas artísticas para añadir textura y emoción a lo que, de otro modo, solo habrían sido imágenes oscuras y turbias. Creó ferrotipos—un antiguo proceso fotográfico para producir imágenes en placas de metal—a los que añadió colorantes azules y otros elementos para darles una sensación de misterio.
«No son imágenes nítidas y definidas, lo que está hecho a propósito», dice. Emula su movimiento. «Las anguilas viajan de noche, y se esconden entre la hierba y las rocas. No las ves a menos que las busques».
El objetivo, dice, era que los espectadores se detuvieran en las imágenes y aprendieran sobre la difícil situación de las anguilas.
«En mi trabajo, colaboro con científicos e investigadores porque lo que hacen es de gran importancia», dice. «Y siento que mis obras de arte pueden comunicar cuestiones importantes —sobre el medio ambiente o el cambio climático, la extinción de especies— de una forma emotiva. Si se consigue despertar la emoción de la gente, quizá presten más atención».
Sus fotos, expuestas en Canadá, también han aparecido en el último número de la revista de TNC como parte de un reportaje (en inglés) sobre la investigación de las migraciones de la anguila americana en los ríos Susquehanna y Delaware. Lee ese reportaje y otros en el último número (en inglés).
Muchas de las fotografías de Fitzgerald se tomaron acompañando a los científicos durante el marcado de anguilas americanas en plena noche en noviembre de 2021. Los científicos, entre ellos algunos que trabajan con TNC, han estado siguiendo a las anguilas para comprender mejor sus patrones de migración y el uso de su hábitat.
Lo que más intrigó a Fitzgerald fueron las pautas de migración de las anguilas. El cuerpo de estos animales crece y cambia para prepararse para su migración a las zonas de desove en el Mar de los Sargazos. Sus ojos se agrandan y sus cuerpos acumulan reservas de grasa.
Además de acompañar a los científicos del River Institute en el marcado de anguilas, Fitzgerald viajó a un pueblo del río San Lorenzo donde las técnicas de pesca de la anguila se han transmitido de generación en generación durante 200 años. A la izquierda, las huellas de los vehículos todoterreno de los pescadores de anguilas durante la marea baja. A la derecha, imagen de «hierba de anguilas», como se conoce justamente a estas algas.
«Lo que me pareció fascinante (de las anguilas) es que en un momento de su vida deciden que es hora de volver al mar de los Sargazos y reproducirse. Y los científicos no saben cómo deciden volver», dice Fitzgerald. «Está grabado en su ADN».
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