Perspectivas

¿Cómo puedes detener a un mosquito portador de enfermedad?

Un esfuerzo por frenar la propagación de la mortal malaria aviar está dando a las aves de los bosques hawaianos una oportunidad de luchar.

Por Jenny Rogers

Ave amakihl.
Un “amakihi”, un mielero, se posa sobre una flor dekoliʻien la Reserva de Waikamoi, en la isla de Maui. La Reserva de Waikamoi es el último reducto de 63 especies de plantas raras y seis es © Eric Nishibayashi

En las islas hawaianas, un grupo diverso de aves forestales autóctonas que no se encuentran en ningún otro lugar de la tierra, conocidas como “mieleros”, está dando batalla. Estas aves, miembros de la familia de los pinzones, tienen un profundo significado en la cultura hawaiana. Sin embargo, al quedar menos de la mitad de los bosques autóctonos de Hawái, están sufriendo la amenaza de la pérdida de hábitat y, lo que es más grave, una malaria aviar mortal que se está extendiendo a zonas más elevadas a medida que el cambio climático trae consigo temperaturas más cálidas. Hoy solo quedan 17  (enlace en inglés) de unas 50 especies, y cuatro están a punto de extinguirse si no se toman medidas. Para responder a ello, una coalición de organismos y organizaciones sin fines de lucro está trabajando para frenar la propagación de los mosquitos que transmiten esta enfermedad mortal y dar a estas aves una oportunidad de resistir.

Mele Khalsa, gerente de recursos naturales de TNC en Kauaʻi, y Keoki Kanakaokai, gerente de recursos naturales de TNC en Maui, cuentan cómo esa coalición está ayudando a las aves y qué significado tiene protegerlas para la cultura hawaiana.

Los mosquitos llegaron a las islas hawaianas a finales del siglo XIX siendo portadores de la malaria aviar. Casi inmediatamente, muchas de estas aves nativas desaparecieron de las cálidas tierras bajas de Hawái y las que sobrevivieron se retiraron a los bosques más fríos y elevados, donde era menos probable que fueran los mosquitos. ¿Cómo ha vuelto a ser tan urgente este tema en los últimos años?

Khalsa: Estas aves no tienen ninguna resistencia natural a esta enfermedad. La picadura de un mosquito infectado puede matarlas. Actualmente, el cambio climático ha provocado que la “línea de mosquitos”, como la llamamos [coloquialmente], aumente su elevación de 1000 metros (3000 pies) a unos 1800 metros (6000 pies). Vivo en la isla de Kauai y nuestra elevación máxima es de 1500 metros, así que no hay ningún lugar que sea seguro para estas aves.

Kanakaokai: Sin embargo, los mosquitos son solo lo último que ha sucedido en este enorme cúmulo de amenazas a las que nos enfrentamos. Tenemos un legado de pérdida bastante trágico cuando hablamos de nuestros bosques y nuestra biología, e incluso cuando empezamos a aplicar nuestra cultura a esto. Creo que esos sentimientos de pérdida tan tangibles están presentes en muchos de nosotros, no solo en los hawaianos, sino también en quienes trabajamos en la conservación y tenemos nuestra identidad asociada en gran medida a estos lugares y a sus criaturas. Pero hay una buena dosis de esperanza con esta iniciativa, y creo que es revigorizante para algunos de nosotros que llevamos haciendo esto desde hace un par de décadas ya.

Vista panorámica de Reserva Waikamoi.
Vista panorámica de la Reserva de Waikamoi y el frondoso bosque de Maui, Hawái. © Ian Shive

Este esfuerzo lo lleva adelante “Aves, no mosquitos”, una coalición formada por una docena de organismos, empresas y organizaciones, entre ellas TNC. La coalición lucha contra la malaria aviar liberando más mosquitos en la naturaleza, en este caso, portadores de una bacteria natural particular. ¿Puedes explicar cómo funciona?

Khalsa: Se llama “técnica del insecto incompatible” y es una especie de control de la natalidad de los mosquitos. La bacteria Wolbachia que se encuentra dentro de los mosquitos tiene que coincidir para que se reproduzcan con éxito. Así que lo que podemos hacer es utilizar una cepa que no coincida con la de la población silvestre. Entonces, cuando liberas a una gran cantidad de mosquitos macho —que no pican y no transmiten enfermedades, ya que las hembras son las únicas que pican o se alimentan de sangre— puedes inundar el sistema con estos machos incompatibles, haciendo que la población de mosquitos salvajes se desplome porque no pueden reproducirse eficazmente. Esta técnica se ha utilizado para controlar enfermedades (enlace en inglés) como el dengue. Pero nunca antes se había aplicado a la conservación.

¿Existe alguna preocupación por la reducción de mosquitos para la cadena alimentaria en general en algunas de estas islas?

Khalsa: Aquí no hay especies autóctonas que dependan de los mosquitos como fuente de alimento, ni conexiones ecológicas específicas de los mosquitos. Además, solo controlamos una especie de mosquito. Hay muchos otras. Pero no son las que transmiten la malaria aviar.

Ave mielero hawaiano.
Un ʻiʻiwi, o mielero hawaiano escarlata, se posa en un árbolʻōhiʻalehua. © Keith Burnett

¿En qué fase del proyecto se encuentran?

Khalsa: Se trata de un “proyecto de control”, lo que significa que es un esfuerzo constante. No es un lanzamiento un solo punto y ya está. Los mosquitos solo viven una semana, así que hacemos liberaciones semanales en unos cuantos cientos de hectáreas (miles de acres) de bosques remotos al este de Maui. Comenzamos en noviembre y continuaremos al menos durante un año. Y a partir de ahí, veremos lo que permita la financiación. Kauai es la siguiente en la lista porque nuestras aves forestales están en una situación desesperada. Con el tiempo, nos gustaría poder hacerlo en todas las zonas del estado donde haya hábitat de aves forestales autóctonas. Son muy importantes tanto para la ecología como para las conexiones culturales de Hawái.

¿Cuáles son algunas de esas conexiones culturales?

Kanakaokai: Como hawaianos, consideramos a estas aves como nuestros antepasados, como deidades, incluso como miembros de nuestra familia que han fallecido. Para muchas personas, son “aumakua”, o espíritus guardianes ancestrales. Este tipo de convergencia de lo sagrado, los servicios ecosistémicos y las cosas que necesitamos no hace sino aumentar la importancia de hacer este trabajo.

¿Cómo sabrás si el proyecto de control funciona?

Vista aérea de Reserva Waikamoi.
Vista aérea de la Reserva de Waikamoi, Maui, Hawái. © Ian Shive

Khalsa: Hemos colocado trampas para mosquitos en los lugares [de liberación] y tenemos un plan de seguimiento realmente sólido que atrapa mosquitos adultos. Los enviamos al laboratorio para que les hagan pruebas para ver qué cepa [de la bacteria] portan. Y también estamos tomando muestras de huevos y larvas de mosquito. Esperamos que el número de mosquitos descienda en general y que no encontremos más mosquitos dentro de esta zona del proyecto—que los únicos mosquitos que rastreemos sean los machos que hemos estado liberando—.

Este [proyecto] es algo que podemos hacer en este momento para salvar a estas aves de una extinción inminente. Puede que no sea la solución “definitiva” para erradicar esta enfermedad, pero es una forma de proteger a estas poblaciones ahora y de ganar tiempo para averiguar qué más se puede hacer.

Algunas de estas aves están en peligro crítico de extinción. En los relevamientos recientes del ʻakikiki solo se han encontrado cinco en estado salvaje. ¿Qué se pierde si las aves no sobreviven?

Khalsa: Hay un dicho tradicional[ʻolelonoʻeau]: Si nuestros pájaros prosperan, nuestro bosque prospera, I ola nā manu nahele. Los pájaros son polinizadores, dispersan semillas, comen larvas e insectos de debajo de los árboles, contribuyen al ciclo de nutrientes dentro de nuestros bosques autóctonos. Si perdemos estas aves, perderemos esas conexiones biológicas.

Kanakaokai: La palabra pilina significa literalmente enredo, pero en sentido figurado es “relación”, es lo que nos ata, lo que nos enreda y nos une en un sentido más amplio. Es un aspecto cada vez más importante de nuestro trabajo. Sabemos que ha habido muchas generaciones a las que se le ha roto esta pilina hacia nuestros espacios sagrados. Como hawaianos, no hemos tenido el privilegio de ser kahu, o cuidadores, y custodiar estos lugares como lo hicieron nuestros antepasados, lo que creo que es algo muy desmotivador para muchísimos jóvenes hawaianos.

Cuando memorizas plantas y especies en un sentido biológico, son como piezas de un rompecabezas. Pero para comprender realmente los sistemas y cómo funcionan, tienes que fijarte en las relaciones entre la vida, y el agua, y la tierra y todas estas otras cosas. Es un viaje de aprendizaje para mí, y creo que se trata de algo muy profundo e intergeneracional para los hawaianos que hemos heredado una suerte de legado de pérdida, de privación de derechos, pero que ahora nos encontramos en posiciones en las que podemos generar un impacto realmente grande.

Ave mielero crestado parado en una rama.
Un 'ākohekohe, o mielero crestado, se posa en una rama en la Reserva de Waikamoi. © Eric Nishibayashi

Pensando en esos posibles impactos, ¿cuáles son los siguientes pasos para ayudar a estas aves?

Khalsa: Hay mucho trabajo de muchos organismos diferentes en muchos grupos para abordar todas estas cuestiones. Lo estamos abordando de muchas formas distintas: con restauración forestal, manteniendo las malas hierbas fuera de esta hermosa zona forestal a la que llaman hogar. Mantenemos a los cerdos invasores especialmente fuera de estas zonas, porque los cerdos dañan el sotobosque y crean pozos que se llenan de agua y, de pronto, larvas de mosquito por todas partes. También se están criando algunas aves en cautiverio para reforzar su población y poder volver a soltarlas en el bosque una vez que los mosquitos se hayan neutralizado eficazmente.

Hemos podido trabajar con éxito en todos esos aspectos durante muchos años, pero la propagación de esta enfermedad era algo para lo que no disponíamos de una herramienta eficaz hasta este momento. Ahora que tenemos este proyecto, el control de la natalidad de los mosquitos, podemos centrarnos en este último aspecto de los problemas a los que se enfrentan nuestras aves forestales.

¿Qué esperas que ocurra a largo plazo?

Kanakaokai: La mitad de nuestros bosques autóctonos ha desaparecido, pero en cuanto a nuestros bosques en tierras áridas, la desaparición supera el 95 %, y ese era el ecosistema más biodiverso que teníamos. Vengo de una zona de tierras áridas. Es una especie de fantasía mía, pero lo que me encantaría ver sería que estos nā manu nahele, nuestros pájaros del bosque, volvieran a aparecer a nivel del mar, que aparecieran alrededor de nuestras casas, que vivieran en comunidades sanas que estuvieran en equilibrio con la naturaleza.

Gestionamos un par de cotos que sí tienen esta estratificación en este sistema de tierras áridas, y se nota mucho que son un componente que falta cuando estoy allí. Oigo a los pájaros “maleza”, o a los pájaros no autóctonos y, para mis oídos, es un recordatorio constante, como tener un despertador que te recuerda que algo no está bien, que tenemos que arreglarlo. Ahora que contamos con una iniciativa como “Aves, No Mosquitos” es realmente la primera vez que —aunque no sea una probabilidad— es la primera vez que es una posibilidad conseguir que estas aves bajen a elevaciones más bajas donde podamos volver a verlas, donde puedan formar parte de nuestras vidas.

Este artículo combina entrevistas tanto con Khalsa como con Kanakaokai y está editado para una mayor claridad y brevedad. Una versión de esta sesión de preguntas y respuestas se publicó en la revista Nature Conservancy aquí (enlace en inglés).