Estudios científicos demuestran que el cambio climático tiene mayor impacto en las mujeres y niñas, sobre todo en aquellas que son indígenas, afrodescendientes y campesinas. En Latinoamérica y Caribe cada vez más mujeres, desde distintos roles y experiencias, se involucran y lideran esfuerzos de conservación que buscan transformar su futuro y preservar el planeta para generaciones venideras.
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SuscríbeteThe Nature Conservancy (TNC) trabaja con firmeza por un futuro más igualitario que acoja y promueva a las mujeres y grupos menos representados. Nuestro trabajo en terreno ha verificado que la intervención y presencia de mujeres en el trabajo de conservación, desde la creación de políticas públicas, el trabajo científico o en comunidades locales, lleva a resultados más positivos y duraderos para la naturaleza y las personas.
Es esencial para enfrentar la doble crisis del cambio climático y pérdida de biodiversidad una acción rápida para proteger a las personas y la naturaleza, desarrollando nuevos enfoques e ideas para abordar algunos de los problemas planetarios a los que nos enfrentamos. Para ellos, debemos trabajar sin que nadie quede atrás.
Esta tarea no es fácil: la representación femenina en eventos como las COP aún es limitada -solo el 34% de los delegados de las partes en la COP 28 fueron mujeres- y las instancias concretas de participación tienen un lento avance, pero estamos ante una ventana de oportunidad. Hasta junio de 2024 está en revisión el Programa de trabajo de Lima sobre el género, que se impulsa a nivel de las COP. En 2025 los países deben realizar la actualización quinquenal de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés). En la ronda inicial de estos compromisos en 2015, solo 49 países incluyeron consideraciones de igualdad de género, frente a los 97 países que lo incluyeron en la siguiente revisión (fuente: PNUD).
En este espacio, queremos distinguir a un grupo de mujeres que con su trabajo están abriendo el camino para que generaciones venideras puedan ejercer su tiempo, sin miedo, a favor de la conservación de nuestros ecosistemas naturales.
Conoce las historias de impulsoras de la conservación en la región
México
En México, más de 14 millones de mujeres viven en poblaciones rurales y cerca de un millón trabajan en la agricultura, la ganadería, la pesca y otras actividades relacionadas al campo. A pesar de su gran contribución al desarrollo agropecuario y alimentario de México, las barreras estructurales generan una desigualdad significativa de oportunidades cuando las mujeres rurales no son dueñas de la tierra, no son remuneradas por su trabajo y no son tomadas en cuenta en las decisiones sobre sus territorios, lo cual limita su autonomía económica, su acceso a mercados y a financiamiento para el desarrollo de sus actividades productivas.
TNC, a través del proyecto Comunidades Prósperas y Sostenibles (CPS), realiza sus actividades con un enfoque de género e inclusión social integral. El objetivo es que las mujeres tengan una participación real, a través de lineamientos y estrategias en las convocatorias y actividades para fortalecer sus capacidades, su acceso a mercados y a financiamiento, además de la implementación de intercambios de experiencias para generar redes de sororidad y fortalecimiento. En estos intercambios, las mujeres cuentan con un espacio seguro que fortalece su liderazgo y promueve la colaboración en red, lo cual detona su confianza en sí mismas, el desarrollo de sus actividades productivas y abre las puertas a apoyos mutuos.
Por ejemplo, en la Sierra Madre de Chiapas, reunimos a un grupo de productoras ganaderas y de café para conocer sus experiencias. Idubilia Díaz, productora de cacahuate (o maní) y nopales, transmite el sentir de muchas: “somos fuertes, pero sí necesitamos el apoyo, para que lleguen a nosotras más fuentes de información, llevarnos las experiencias y compartirlas”. Eunice de la Cruz, ganadera, añade: “me enriquece mucho este conocimiento para hacer una ganadería regenerativa y sustentable para cuidar el planeta”.
Conoce más sobre las mujeres agricultoras y ganaderas de la Sierra Madre de Chiapas en el video a continuación:
Guatemala
Antonia Xuruc es de Totonicapán, localidad del altiplano guatemalteco, donde habitan más de 4 millones de personas, distribuidos en pequeñas comunidades que rara vez superan los 1.000 habitantes. Allí es la coordinadora técnica de proyectos del sistema ambiental comunitario de la Asociación CDRO, Asociación de Cooperación para el Desarrollo Rural de Occidente, cuyo objetivo es impulsar el desarrollo integral de las comunidades locales y la formación de liderazgos, vinculados especialmente con organizaciones e iniciativas de origen maya. CDRO ha trabajado con TNC en distintos proyectos a lo largo de los últimos años, como por ejemplo “Plant a Billion Trees” y el programa de fortalecimiento a pequeños productores agrícolas luego del COVID.
Antonia es una voz autorizada para compartir una visión que caracteriza a los habitantes de la región, herederos de una rica tradición ancestral en el desarrollo de prácticas agrícolas que buscan preservar la calidad de sus suelos y recursos hídricos.
“La participación de la mujer en la gestión de los recursos naturales es fundamental, porque hay una estrecha vinculación con todos estos servicios ecosistémicos”, explica Antonia. “La mujer es quien hace uso del sagrado líquido, el agua, desde que se levanta hasta que se acuesta, para poder desarrollar sus actividades y atender a la familia. Las mujeres estamos en constante vinculación con los elementos del bosque y eso hace que nosotras tengamos que formar parte de estos procesos de conservación. Quien orienta a la familia para utilizar de manera adecuada el agua somos las mujeres, porque nosotras sabemos el valor que tiene. Creemos que la mujer y el agua tienen una relación porque hay un sentimiento que nos une, que el agua tiene vida, que el bosque tiene vida, y que nosotras tenemos que darle el valor que corresponde por los mismos beneficios que tenemos de estos elementos naturales”.
Perú
Rosa Liliana García García es la jefa del Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes, una importante área natural protegida donde TNC Perú impulsa proyectos de conservación, ubicado en la costa norte del Perú. A los 20 años comenzó su carrera como guardaparque voluntaria del Servicio de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) en el Parque Nacional Cerros de Amotape, ubicado en las regiones de Tumbes y Piura.
¿Qué la llevó a elegir este camino? Rosa, con su formación en ingeniería forestal y medio ambiente, supo que unirse al programa de guardaparques voluntarios del SERNANP coincidía con su pasión por la conservación. “Cuando empecé en esto nació mi profundo amor por la naturaleza y mi deseo de interactuar y conservar especies únicas en nuestra región”, comenta.
Por ese ímpetu en sus labores, a los pocos años, Rosa ascendió como especialista en el Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes. Y después de ocho años, se le presentó la oportunidad de convertirse en la jefa de esta área protegida, que cuenta con la mayor extensión de manglares en el Perú y alberga un ecosistema singular que combina los ríos con las aguas marinas.
¿Cómo hacer carrera en un área tradicionalmente liderada por hombres? Rosa comenta: "Entre nosotras, las guardaparques, todavía escuchamos comentarios machistas, hay quienes piensan que las mujeres no somos capaces de enfrentar las adversidades que se nos presentan en el camino". Sin embargo, ella ve sus labores como complementarias, ya que los hombres pueden ser más fuertes físicamente, pero las mujeres también ofrecen buenas soluciones para resolver situaciones complicadas. “Nos encajamos perfectamente para realizar el trabajo en conjunto”, añade.
Rosa cree que tanto en su campo como en otros espacios es importante que las mujeres expresen sus opiniones y aprovechen las oportunidades para destacarse. “Hoy las mujeres participamos en muchos grupos y tenemos la oportunidad de tomar decisiones importantes”, concluye.
Conoce más sobre la importante labor de Rosa García en el video a continuación.
Chile
Florencia Vial es bióloga marina y magister en recursos naturales, y es la integrante más joven del equipo de Océanos de TNC Chile. Desde este rol, se ha preocupado de impulsar un trabajo con perspectiva de género en un sector habitualmente visto como masculino, como es la pesca artesanal. Así surge el “Programa de Empoderamiento Femenino para mujeres de la pesca artesanal y actividades conexas”, que TNC Chile, en colaboración con la Fundación Somos Tribu, desarrolla en la región de Los Ríos. Este programa además cuenta con el apoyo de instituciones gubernamentales como el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo; el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género; SERNAPESCA y SUBPESCA.
“El programa ha sido una iniciativa muy valiosa y necesaria para la vida de las mujeres de la pesca. Mediante talleres mensuales en 3 diferentes territorios de la región, con una metodología circular, cruce de saberes y un enfoque participativo, se han logrado reducir brechas que las mujeres reconocían como importantes, generando espacios de diálogo con las autoridades, posibilidades de acciones intercomunales y fortalecimiento de la asociatividad en cada territorio. Además, impulsa nuevos liderazgos y la visibilización de los roles femeninos en el sector”, explica Florencia.
Esta experiencia también ha sido enriquecedora a nivel personal: “Para mí este trabajo ha sido muy gratificante. El desafío era lograr una convocatoria importante en los talleres y generar adhesión de las mujeres al programa, lo que se ha logrado con creces. Hemos descubierto la necesidad de que este tipo de iniciativas ocurran en el sector de la pesca artesanal, y de que el enfoque de género comience a tomar relevancia dentro de las comunidades pesqueras para que todos puedan trabajar con dignidad y justicia. He aprendido mucho de las mujeres participantes, y más allá de un desafío laboral, los talleres se convirtieron en una experiencia enriquecedora y emocionante”.
Conoce más sobre esta iniciativa de empoderamiento femenino en este video, parte de un registro realizado durante el primer Encuentro de Mujeres de la Pesca Artesanal y Actividades Conexas de la región de Los Ríos.
Ecuador
Alexandra Narváez es una joven líder indígena de la comunidad A'i Cofán de Sinangoe, en la provincia de Sucumbíos, Ecuador. Su profundo sentido de responsabilidad por proteger su cultura y territorio ancestral ha guiado un movimiento indígena a defender el territorio ancestral Cofán de la minería y otras amenazas. Su liderazgo llevó a una histórica victoria legal en octubre 2018, cuando las cortes del Ecuador cancelaron 20 concesiones de mineras activas y 32 más en trámite que fueron otorgadas de forma ilegal sin el consentimiento de la comunidad Cofán. Pero esa victoria fue solo la punta de la lanza, pues su comunidad ha tenido una serie de éxitos como la protección de 32 000 hectáreas de bosque (un área tan grande como el país de Malta) y más recientemente colaborado con TNC para establecer el Área de Protección Hídrica (APH) de Aguarico, Chingual y Cofanes, la más grande del país.
Alexandra creció en su comunidad percibiendo que su rol sería el de defender los derechos de las mujeres y su territorio y darle voz a los sin voz. En 2017, junto con otros miembros de su comunidad, Alexandra formó una patrulla forestal llamada La Guardia con el objetivo de monitorear y detener actividades ilegales en su territorio ancestral. Además de haber sido nombrada presidente de la asociación de mujeres indígenas de Sinangoe Shamec’co, su compromiso y labor en la lucha por la justicia ambiental y los derechos indígenas en Ecuador llevaron a que se le fuera entregado el Goldman Environmental Prize de 2022.
A pesar de los desafíos que enfrenta su comunidad, Alexandra ha dedicado su vida a la defensa de la tierra, la cultura y los derechos de su pueblo. Su trabajo ha sido fundamental para la protección de los bosques y la biodiversidad de la región, así como para la promoción de prácticas sostenibles y la defensa de los derechos indígenas.
Brasil
La “Farmacia Verde” que impulsó la voz de las mujeres brasileñas en la conservación
Brasil es hogar de muchas plantas medicinales nativas que proporcionan alivio no farmacéutico a la población local. Pero estas plantas tienen también otro papel importante: Les dan a las mujeres indígenas una voz en la conservación.
Las mujeres indígenas son las poseedoras tradicionales del conocimiento sobre las plantas medicinales y las productoras exclusivas de hierbas y aceites medicinales. Sin embargo, históricamente, están subrepresentadas en los puestos de liderazgo y la toma de decisiones.
En 2019, esto empezó a cambiar con el apoyo de la analista de TNC Rafaela Carvalho. Las mujeres de la región brasileña de Oiapoque fundaron una Farmacia Verde, donde Carvalho se reúne con ellas para ayudarlas en el intercambio de sus plantas medicinales y hablar de estrategias para combatir el cambio climático y fortalecer la conservación y el liderazgo indígena. El año pasado, las mujeres de Oiapoque publicaron un libro a través del proyecto Farmacia Verde. Carvalho también trabaja para influir sobre las políticas públicas en la región que se relacionan con el clima y la equidad de género y para aumentar la presencia de las mujeres de Oiapoque en los consejos organizacionales. Estas acciones dieron como resultado un mayor acceso a roles de toma de decisiones y más oportunidades económicas. De hecho, algunas de las mujeres ahora se identifican como las únicas proveedoras de los ingresos de su hogar.