Pesca para el futuro
TNC y las naciones insulares del Pacífico colaboran para transformar la pesca de atún desde el mar hasta el supermercado
Por Matt Jenkins, escritor independiente | 26 de mayo, 2023
Hay pocos productos básicos más habituales en las despensas de todo el mundo que el «atún claro desmenuzado». Su precio, inferior a un dólar para una lata de 140 gramos, lo convierte a menudo en el atún más barato del supermercado. Sin embargo, hasta llegar al pasillo del pescado en conserva recorre miles de kilómetros de carreteras, centros de distribución, buques contenedores, plantas de procesamiento de pescado, cargueros, muelles y barcos de pesca desde los grandes cardúmenes de la especie más demandada, el bonito, cuya migración recorre el océano Pacífico occidental y central.
Allí, unas 280 embarcaciones, algunas de ellas casi tan largas como un campo de fútbol y ayudadas por helicópteros que detectan los bancos de peces, emplean redes colosales para atraparlo. Cada año, esta flota de pesca con redes captura la mayor parte de los casi 3 millones de toneladas métricas de pescado que se extraen, por un valor que asciende a casi 7000 millones de dólares.
«Alrededor de dos tercios de las capturas mundiales de atún se realizan en las aguas de esta región», afirma Mark Zimring, director de pesca a gran escala de The Nature Conservancy. «Si lo combinamos con el hecho de que la región es una de las áreas más ricas en biodiversidad, es fácil deducir que esta pesca está causando todo tipo de efectos sobre los ecosistemas en un bastión realmente crítico para la naturaleza».
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Los atuneros capturan bancos enteros de peces con redes de pesca al cerco, que pueden tener cientos de metros de largo y atrapar de forma incidental tiburones, tortugas y otras especies marinas. Además, se ha producido una proliferación de la pesca ilegal y no declarada que queda fuera del alcance de los Gobiernos de las islas del Pacífico que gestionan las pesquerías locales. No obstante, ahora, los compradores estadounidenses tienen la oportunidad de apoyar técnicas de pesca con un impacto inferior no solo en las poblaciones de atún, sino también de otros peces y otras especies silvestres que a menudo se ven arrastrados por las capturas.
En 2021 se puso en marcha una compañía llamada Pacific Island Tuna, cuyo objetivo es suministrar bonito capturado de forma sostenible a grandes cadenas de supermercados. La empresa, que ejerce como proveedor independiente de atún, se creó a partir de una asociación entre The Nature Conservancy y la República de las Islas Marshall, uno de los centros neurálgicos de la flota pesquera del Pacífico. La empresa conjunta está aplicando prácticas pesqueras perfeccionadas durante años de investigación y ya comercializa su atún sostenible en Walmart, uno de los principales vendedores de atún en EE. UU. Esta iniciativa está poniendo de relieve que la industria del atún en conserva puede trabajar de maneras más transparentes y sostenibles, al tiempo que ayuda al Gobierno de las Islas Marshall a aumentar los ingresos obtenidos a partir de sus recursos marinos. El país está utilizando este dinero para proporcionarles servicios básicos a sus ciudadanos y para prepararse para los efectos del cambio climático.
En abril de 2022, tras tres semanas en el mar, un barco pesquero de 72 metros llamado Pacific Pursuit No. 777 atracó en un muelle comercial de Majuro, la capital de las Islas Marshall. Allí, las grúas sacaron miles de bonitos de las bodegas del barco mientras las heladas volutas de condensación se desplegaban como espuma que salía de los peces congelados.
Esta fue la primera entrega realizada a Pacific Island Tuna en las Islas Marshall. La empresa, que se puso en marcha el año anterior gracias a una subvención de 5 millones de dólares procedente de la Fundación Gordon y Betty Moore, tiene su base en el atolón de Majuro. Las Islas Marshall, una nación de aproximadamente 60 000 habitantes, engloban casi tres docenas de atolones e islas que se extienden a lo largo de unos 2 millones de kilómetros cuadrados del Pacífico central, un centro neurálgico para el comercio del atún. Creada para mejorar la sostenibilidad de esta pesquería, Pacific Island Tuna únicamente compra pescado a barcos que se comprometen a respetar un riguroso código de conducta diseñado para garantizar que los peces se capturen de forma sostenible.
«Antes, lo que importaba era capturar peces rápidamente y en grandes cantidades», dice Gene Muller, director general de Pacific Island Tuna. «Ahora hay muchos más factores a tener en cuenta».
Los propietarios y la tripulación de las embarcaciones que suministran pescado a Pacific Island Tuna aceptan realizar un seguimiento exhaustivo a bordo. Para ello se emplea una combinación de monitores a cargo del personal de cada barco y monitores electrónicos (o cámaras de a bordo) que garantizan tanto que las «capturas incidentales» no atuneras (tortugas y tiburones, por ejemplo) se devuelvan al mar como que los miembros de la tripulación disfruten de condiciones de trabajo seguras y justas. A cambio, las empresas pesqueras tienen acceso a ventas estables a largo plazo para sus futuras capturas, que serán adquiridas por Pacific Island Tuna.
También se comprometen a utilizar técnicas de pesca de «banco libre» en lugar de desplegar dispositivos de concentración de peces, o DCP. Estos últimos son balsas flotantes o boyas que atraen a los peces hasta el cebo, de modo que los atunes acuden a ellas y los barcos pesqueros pueden sacarlos con mayor facilidad. Se trata de dispositivos que han afectado profundamente a la red alimentaria oceánica: atraen peces y otras especies marinas en peligro de extinción, lo que contribuye a la captura incidental, además de atunes juveniles, que se capturan antes de haber tenido la oportunidad de reproducirse. Los dispositivos de concentración que se pierden en el mar pueden quedar enmarañados en los arrecifes de coral, y muchos han llegado a tierra, alcanzando los atolones del Pacífico. Según las estimaciones, en 2017, el último año para el que se dispone de datos, se desplegaron hasta 65 000 DCP en el Pacífico occidental y central.
Uno de los objetivos de Pacific Island Tuna es abordar otro problema crónico en el Pacífico central y occidental: la prolongada incapacidad de los encargados de la gestión pesquera a nivel nacional de determinar cuánto pescado se está capturando realmente. De acuerdo con un análisis de 2020 encargado por la agencia Pacific Islands Forum Fisheries, la pesca «ilegal, no declarada y no reglamentada» supone más de 333 millones de dólares anuales en atún de la región de las islas del Pacífico.
Una buena parte de esta pesca desaparece de allí a través de un proceso denominado transbordo en el mar, en el que los barcos pesqueros descargan sus capturas directamente a los cargueros, que luego se dirigen a puertos distantes de otras partes de Asia. Por este motivo, resulta complicado para los encargados de la gestión de la pesca locales verificar exactamente cuántos peces (y de qué tipo) se están capturando. Sin embargo, los barcos que suministran pescado a Pacific Island Tuna descargan sus capturas directamente en los muelles de Majuro, lo que permite verificarlas y registrarlas, además de proporcionar a los encargados de la gestión de la pesca una mejor información con la que llevar a cabo su trabajo y reducir su repercusión sobre el atún y otras especies.
La iniciativa ayuda a integrar diferentes formas de abordar la pesca sostenible que TNC ha estado desarrollando con los Gobiernos de las islas del Pacífico en la última década, aproximadamente, y entre las que se incluyen la vigilancia electrónica y el análisis de datos a gran escala.
«Estamos pasando de una época en la que la pesca era como el salvaje Oeste a disponer de un increíble conjunto de herramientas que nos permiten entender mucho mejor lo que sucede en el agua, tanto desde una perspectiva científica como de manejo», comenta Zimring, de TNC.
Quote: Mark Zimring
No obstante, lo que sucede en los estantes de las tiendas de comestibles es igual de importante. Una vez que el bonito congelado de Pacific Island Tuna se descarga del barco pesquero, se coloca en contenedores marítimos refrigerados y se envía a una instalación para la transformación de pescado de Filipinas. Allí, se procesa, se enlata y se suministra a los minoristas. Las primeras latas llegaron a los estantes de Walmart en septiembre de 2022 bajo la etiqueta Great Value de la empresa, y representan una parte importante de su suministro total.
«El motivo por el que estamos tan entusiasmados con Pacific Island Tuna es porque constituye una forma muy visible de mostrar que, si se trabaja concienzudamente y se conectan los puntos necesarios, es posible empezar a hacerlo bien», dice Aman Singh, director de comunicaciones globales para la sostenibilidad de Walmart. «Es por ello que hay tantas ganas de que todo esto salga bien y luego replicarlo».
El esfuerzo está impulsado en gran medida por el deseo de mostrar cómo la sostenibilidad puede ocurrir a una escala mucho mayor que los mercados de agricultores y los programas agrícolas de índole comunitaria. «No se trata de una historia y un producto para tiendas pequeñas; el objetivo es hacer de esto algo mayoritario», dice Zimring. «Estamos viendo a las empresas minoristas invertir en sus propias marcas y desarrollarlas, y creemos que esto es clave para impulsar este tipo de cambio en el mercado».
Zimring sostiene que alianzas como esta pueden ayudar a aumentar la confianza de los consumidores en que están tomando decisiones que son buenas para el planeta. «La realidad es que los consumidores se sienten abrumados. Cuando voy a Walmart, Whole Foods, Albertsons o cualquier otra tienda de alimentos, no quiero tener que hacerme preguntas sobre la legalidad de cada producto a base de pescados y mariscos que hay en sus estantes. Quiero confiar en que lo que comercializa ese vendedor está en consonancia con mis valores fundamentales».
Singh está de acuerdo. «El cliente habitual de Walmart no se dedica a escanear códigos QR» para descubrir la historia que hay detrás de una lata de atún, dice. La clave es ayudar a los clientes a comprender que incluso una lata de atún de bajo costo forma parte de una transformación mucho mayor en los pasillos de alimentación.
«¿Puedo confiar en esta lata de atún y saber que procede de una fuente sostenible?», se pregunta Singh. «¿Y cómo esta pieza individual cataliza cien mejoras más?».
El atún sostenible forma parte de un esfuerzo mucho más amplio de Walmart para obtener 20 tipos de productos básicos de manera más sostenible para 2025. Entre ellos se incluyen muchos de los alimentos e ingredientes con mayores ventas dentro de la compañía: arroz, trigo, carne y maíz. La sostenibilidad ambiental y social, afirma Singh, «ha dejado de ser un nicho».
Además de mostrarle al mundo que hay una forma de pescar más adecuada, Pacific Island Tuna está ayudando al Gobierno de las Islas Marshall a disponer de una mayor parte de los ingresos generados a medida que el atún asciende en la cadena de suministro. Las naciones insulares del Pacífico han estado trabajando para obtener una mayor porción de los ingresos a través de licencias de pesca y cuotas de acceso. «Estos países obtienen entre el 5 % y más del 50 % de sus ingresos nacionales a partir de la pesca del atún», dice Zimring. «La sostenibilidad de estas pesquerías es realmente fundamental tanto para su seguridad alimentaria como económica».
Hasta ahora, sin embargo, no han participado de forma activa en la cadena de valor en fases posteriores del proceso por el que el atún se abre paso hacia los estantes de los hipermercados. «Durante mucho tiempo, hemos concedido licencias a otros para que vengan y pesquen en nuestras aguas, llevándose luego ese pescado. Y el único valor que vemos es la cuota de la licencia», afirma John Silk, ministro de Recursos y Desarrollo de la República de las Islas Marshall. «Pacific Island Tuna realmente nos permite sacar más de nuestro atún, no solo vendiendo licencias, sino obteniendo el valor real del pescado a lo largo de toda la cadena de suministro».
En la etapa inicial de Pacific Island Tuna, el 60 % de los ingresos netos volverán a TNC como pago de una parte de la subvención inicial. Una vez reembolsada la subvención, esa parte de los ingresos netos se destinará a las Islas Marshall y a cualquier otro Gobierno participante y servirá de ayuda para la prestación de servicios básicos, como la educación y la atención sanitaria. El 40 % restante, conocido como «distribución de sostenibilidad», se destina ya a las comunidades locales para apoyar actividades de conservación y resiliencia frente al cambio climático, entre las que se incluyen la divulgación escolar sobre la importancia de proteger los recursos marinos; la eliminación de las especies invasoras; la restitución de los arrecifes de coral; y la creación de zonas marinas protegidas.
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Desde su puesta en marcha en 2021, Pacific Island Tuna ha recibido 15 entregas de bonito para un total de casi 4000 toneladas de pescado. Aun así, todavía hablamos de una pequeña gota en un inmenso océano: estas cifran suponen algo más de un 0,1 % de las capturas de atún estimadas para 2021 en el Pacífico occidental y central. Sin embargo, la compañía está trabajando para incrementar la producción para los minoristas estadounidenses y para añadir a su oferta latas, bolsas y otras especies de atún más grandes, como el atún blanco y el atún de aleta amarilla. Mientras tanto, TNC está tratando de llevar este nuevo enfoque a otras cadenas de suministro de alimentos básicos, como la gamba y la carne de vacuno.
«Estamos intentando cambiar una forma de hacer negocios que lleva décadas gestándose», afirma Muller, de Pacific Island Tuna. Según Muller, Pacific Island Tuna está demostrando que la sostenibilidad y la rentabilidad no tienen por qué estar reñidas. «Esto es algo nuevo, algo que tenemos que explicarle a mucha gente para convencerlos de que es el camino del futuro. ... Podemos dar forma a un futuro diferente y más resiliente para la industria del atún y las comunidades que dependen de ella».
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