COP16: Qué está en juego en la Conferencia de Biodiversidad 2024 de la ONU
La biodiversidad es la base de la vida en la Tierra, sustenta nuestra economía mundial, combate el cambio climático y mantiene los sistemas alimentarios que nutren al mundo.
La biodiversidad, o diversidad biológica, es la variedad de la vida en la Tierra. Es un tapiz increíblemente rico tejido por millones de especies, sus interacciones, las comunidades que forman y los ecosistemas que sostienen.
Todos estamos conectados a través de esta red de vida, desde los organismos como langostas espinosas, las setas dama velada, los árboles de mango, los zorros fennec, las mantis dragón, la hiedra venenosa y el coral cuerno de ciervo hasta el plancton bioluminiscente.
A lo largo de miles de millones de años de evolución, seres vivos como plantas, animales, hongos y microorganismos han evolucionado de millones de maneras diferentes.
La humanidad ha catalogado aproximadamente 1,75 millones de especies vivas, pero los científicos calculan que en realidad compartimos el planeta con entre 10 y 100 millones de especies.
La biodiversidad también incluye la diversidad de individuos dentro de una especie.
Las poblaciones de plantas, animales y hongos que tienen una mayor diversidad de características diferentes en su ADN tienen más posibilidades a largo plazo de resistir los retos que plantean los depredadores, las enfermedades y los cambios climáticos.
Y cuando estas especies y poblaciones sobreviven, pueden seguir desempeñando sus funciones únicas, además de proporcionar equilibrio y estabilidad a sus ecosistemas.
Nutrias marinas y erizos: Al controlar las poblaciones de erizos de mar verdes, que pacen en los bosques submarinos de algas, las nutrias marinas ayudan a garantizar hábitats sanos para la cría de peces y otras especies.
El bisonte y las praderas norteamericanas: El bisonte añade diversidad de hábitats a la pradera gracias a su comportamiento de revolcarse, que crea cuencas poco profundas que sirven de humedales temporales para otros animales salvajes y plantas acuáticas.
Incluso las gruesas motas de pelo que desprenden en primavera son muy codiciadas por las aves que anidan en las praderas y los pequeños mamíferos.
Pastos marinos: En estuarios de todo el mundo, como en la bahía de Chesapeake o en las ensenadas del Gran Mar del Oso, los pastos marinos proveen alimento y refugio a muchas especies marinas.
Proporcionan alimento a tortugas y aves marinas, refugio a vieiras y viveros a peces como el salmón, que transitan entre ecosistemas marinos y de agua dulce.
Desde las imponentes cumbres andinas y las praderas patagónicas, hasta el bosque lluvioso de la Amazonía, y el Arrecife Mesoamericano, la incomparable riqueza natural de America Latina es esencial para la salud de nuestro planeta.
¡Explora sus paisajes icónicos y conoce algunas de las especies más deslumbrantes de America Latina!
Bueno, para empezar, la biodiversidad hace posible nuestras vidas. Todo lo que hace que necesitamos para vivir en la Tierra, alimentos, aire, clima, economía e incluso la propia civilización, depende de la diversidad de la naturaleza.
El 75 % de los cultivos alimentarios se benefician de algún modo de la polinización de insectos y otros animales. Más del 40 % de los medicamentos que utilizamos actualmente proceden de la diversidad química de la naturaleza.
Puedes pensar en la biodiversidad como el «ingrediente secreto» que mantiene los ecosistemas sanos y equilibrados. Y cuando los hábitats están saludables, nuestras vidas también lo están.
Los pastizales y las llanuras aluviales crean suelos fértiles que utilizamos para cultivar alimentos.
Los bosques filtran el agua a través de sus raíces, mientras que las ostras la limpian con sus branquias.
Los arrecifes de coral y otros ecosistemas costeros como las praderas marinas y las dunas de arena pueden absorber la fuerza de las mareas fuertes, las tormentas y las olas, protegiendo así a las comunidades costeras.
Las selvas tropicales, los humedales y los manglares son algunos de los ecosistemas naturales que absorben cada año hasta un tercio de las emisiones que están cambiando el clima a nivel mundial.
Biodiversidad: nuestra aliada contra el cambio climático.
La biodiversidad es fundamental para nuestro futuro. Para evitar los peores efectos del cambio climático, el mundo debe reducir las emisiones y descarbonizarse lo antes posible.
Si protegemos la biodiversidad y los ecosistemas, podemos ayudar a la naturaleza a maximizar su increíble capacidad para almacenar dióxido de carbono.
¿Quieres saber más?
La biodiversidad nos proporciona a todos una lista interminable de beneficios. Sin embargo, su valor va mucho más allá de sus beneficios tangibles para la humanidad.
Por ejemplo, la biodiversidad también es hermosa.
Hace que el mundo sea más colorido, interesante y lleno de sorpresas.
Nos hace sonreír
Hace que seamos más humildes y nos sobrecoge.
Nos enriquece cultural y espiritualmente al conectarnos con algo mucho más grande que nosotros mismos.
El kermode u «oso espíritu» sólo se encuentra en el bosque tropical Great Bear, en la costa canadiense del Pacífico. Muchas culturas de las Primeras Naciones están profundamente vinculadas a este oso único y al resto de la increíble biodiversidad de esta gran ecorregión.
La pérdida de biodiversidad es la disminución activa de la diversidad de la vida en la Tierra, ya sea por la degradación de los ecosistemas o la extinción de especies.
Estamos perdiendo biodiversidad más rápido que en ningún otro momento de la historia de la humanidad. Entre 1970 y 2018, las poblaciones de animales salvajes del mundo han disminuido una media del 69 %. Más de un millón de especies podrían desaparecer en 2050.
La pérdida de biodiversidad no solo se refiere la extinción total de especies.
También incluye la disminución de poblaciones locales de especies dentro de los ecosistemas.
Es la disminución de la diversidad genética de estas especies lo que las hace menos resistentes a las enfermedades y al cambio climático.
Es la degradación y el estrés en cascada que sufren los ecosistemas cuando pierden especies importantes que han desempeñado un papel en el mantenimiento del equilibrio.
A medida que disminuye la biodiversidad, también lo hacen los ecosistemas críticos que sustentan todas nuestras vidas.
El mundo ya ha perdido más del 35 % de sus bosques, la mitad de sus praderas, el 20 % de sus manglares y la mitad de todos los arrecifes de coral.
Las causas de la pérdida de biodiversidad son muchas, y todas están relacionadas con la actividad humana. Destruimos hábitats, provocamos el cambio climático y hacemos difícil que muchas especies y ecosistemas sobrevivan.
La humanidad ha ido alterando la vida en la Tierra a lo largo de la historia, a menudo manteniendo o incluso contribuyendo a la salud de los ecosistemas.
Durante milenios, los pueblos han administrado los paisajes terrestres y marinos en reciprocidad con la naturaleza, una asociación que muchos pueblos indígenas y comunidades locales mantienen hasta hoy.
Pero no todas nuestras acciones son benignas. En la economía global actual, estamos destruyendo y degradando hábitats a ritmos alarmantes.
En conjunto, la forma en que producimos alimentos en la actualidad es la principal amenaza para la naturaleza, ya que acelera el cambio climático, la degradación de nuestras tierras y aguas e, irónicamente, reduce la productividad de nuestras granjas, campos y pesquerías.
En todo el mundo, la gente convierte directamente el hábitat para crear granjas, plantaciones de árboles, minas y ciudades.
Sin embargo, estas actividades también perjudica la salud del hábitat restante.
Las carreteras y autopistas fragmentan la tierra, interrumpen las migraciones y aíslan a las especies de largo recorrido.
Las represas pueden interrumpir los pulsos estacionales de ríos y humedales que contribuyen a desencadenar importantes acontecimientos en los ciclos vitales de animales y plantas de agua dulce.
La contaminación causada por los plásticos perturba los ecosistemas marinos en todo el mundo y la escorrentía de nitrógeno de las granjas puede crear zonas muertas y algas tóxicas en los estuarios que sustentan vastas cadenas alimentarias.
Tanto intencionada como accidentalmente, estamos propagando especies invasoras que pueden transmitir enfermedades y superar a las especies autóctonas fundamentales para sus ecosistemas.
Por ejemplo, en el oeste de Estados Unidos, una maleza invasora de rápido crecimiento denominada «cheatgrass» se está apoderando de los paisajes de artemisa.
Muchas criaturas que dependen de la artemisa, como el conejo pigmeo, en peligro de extinción, (enlace en inglés) y el emblemático gran urogallo de las salvias, pierden fuentes de alimento y refugio fundamentales.
El Cheatgrass se seca a principios de año y se vuelve muy inflamable, lo que supone un grave riesgo de incendio para todo el ecosistema de artemisa y las comunidades humanas de todo el Oeste. Este riesgo aumenta a medida que se alarga la temporada de incendios.
El cambio climático causado por el ser humano está acelerando el calentamiento de la atmósfera y los océanos, modificando los regímenes de precipitaciones e intensificando los fenómenos meteorológicos extremos.
Estos cambios ponen bajo presión a plantas, animales y otros organismos que ya están lidiando con la reducción y degradación de sus hábitats.
Algunas especies que no son capaces de adaptarse con suficiente rapidez se extinguen local o regionalmente y son sustituidas por otras, a menudo invasoras, que desequilibran el resto del ecosistema.
Los alces de Norteamérica tienen relativamente pocas opciones para regular su temperatura corporal.
El estrés causado por las altas temperaturas puede hacer que los alces sean más susceptibles (enlace en inglés) a enfermedades y parásitos.
El cambio climático está cambiando las estaciones y esto significa mucho para las plantas que necesitan polinizadores, para los animales migratorios y, finalmente, para las personas.
Los científicos están registrando los cambios que pueden llevar a desequilibrios para las plantas y los animales, como las aves migratorias que típicamente llegan a un lugar justo con la aparición de bayas, o como los osos que llegan de lejos para comer salmón migratorio.
El cambio climático también afecta el desplazamiento de especies. Algunas se desplazan gradualmente hacia el norte o el sur, a climas más fríos, mientras que otras suben de altitud, nadan río arriba o buscan lugares más sombríos en busca de microclimas con mejores condiciones (a menudo más frías).
El cambio climático está ejerciendo una gran presión sobre la biodiversidad. Y al mismo tiempo, la pérdida de biodiversidad está mermando la capacidad de la naturaleza para ayudar a regular el clima.
Pero también hay motivos de esperanza, porque aunque la gravedad de estas dos crisis está interconectada, también lo están sus soluciones.
Cuando tomamos medidas para reducir las emisiones y hacer frente al cambio climático, estamos ayudando a reducir el estrés sobre las especies de todo el mundo.
Y cuando protegemos la naturaleza y ayudamos a la biodiversidad a recuperarse, estamos restaurando la salud de los ecosistemas y, por tanto, reforzando la capacidad de la naturaleza para ayudar a estabilizar el clima.
Mira este vídeo explicativo de tres minutos sobre el papel de la naturaleza en la solución del cambio climático.
Debemos afrontar con rapidez y decisión las causas profundas de la pérdida de biodiversidad reduciendo drásticamente las emisiones de carbono, protegiendo a gran escala la diversidad de hábitats y apostando por métodos de producción de alimentos que ayuden a la regeneración de la naturaleza.
Y he aquí la cuestión: aunque la naturaleza está amenazada, también es profundamente resistente. Si podemos trabajar con la naturaleza y no en su contra, los sistemas naturales y los servicios vitales que prestan también pueden recuperarse.
Debemos proteger la naturaleza con más rapidez y eficacia que nunca.
Es esencial recuperar la salud de los hábitats degradados, pero puede llevar cientos de años restablecer por completo la compleja red de interacciones de un ecosistema próspero y sano como un bosque antiguo.
Por ello, el mundo debe dar prioridad a salvaguardar los mejores refugios de biodiversidad que quedan en el planeta y mantenerlos intactos.
Nos hemos comprometido a ayudar al mundo a proteger el 30 % de sus océanos, tierras y aguas dulces de aquí a 2030.
Para garantizar que los lugares ricos en biodiversidad permanezcan protegidos a largo plazo, debemos destinar una financiación constante y a largo plazo a la gestión activa y el cumplimiento de la normativa en estas zonas.
Muchos de los lugares de gran diversidad que quedan en el mundo han sido administrados durante mucho tiempo por pueblos indígenas y comunidades locales (enlace en inglés). Es fundamental que el mundo eleve el liderazgo de las comunidades indígenas y apoye su gestión.
Cuando lo hacemos, podemos salvar la naturaleza a escala de sistemas enteros, como las praderas de Mongolia, hogar de gatos pallas y jerbos de orejas largas y el Gran Mar del Oso frente a la costa de Canadá, hogar de delfines de flancos blancos y corales raros.
Además de la protección formal de los espacios naturales, debemos emprender muchas otras acciones importantes para ayudar a la biodiversidad a recuperarse.
La naturaleza y la biodiversidad necesitan menos estrés y más espacio. Gestionando mejor nuestras explotaciones agrícolas, nuestras ciudades y nuestros proyectos de energías renovables, podemos dar a la biodiversidad el colchón que tanto necesita.
No hay mayor oportunidad para ello que en la agricultura y la producción de alimentos.
Más de la mitad de las tierras habitables de la Tierra ya se utilizan para producir alimentos, por lo que pequeños cambios positivos para la naturaleza pueden suponer una gran diferencia.
Mediante el uso de prácticas agrícolas regenerativas como los cultivos de cobertura y la combinación sostenible de explotaciones agrícolas y bosques en la misma zona, podemos producir alimentos al tiempo que restauramos la salud del suelo, almacenamos carbono y evitamos la necesidad de crear nuevas tierras de cultivo a partir de hábitats autóctonos.
Reducir drásticamente las emisiones, proteger el 30 % de la naturaleza mundial, mejorar el cultivo de alimentos en todas partes... ¡no es una lista pequeña!
Pero ayudar a la biodiversidad a recuperarse trae beneficios multiples:
Los logros que conseguimos en una de esas grandes categorías también nos ayudan a triunfar en las demás.
Y al afrontar las crisis interconectadas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, no nos limitamos a eliminar los problemas y volver a las practicas tan arraigadas que ocasionaron estas crisis. También estamos mejorando enormemente la salud y el bienestar de todos y cada uno de nosotros y garantizando que los beneficios que conllevan los ecosistemas sanos se compartan equitativamente.
En cuanto a las medidas que puedes tomar, ¡las opciones son infinitas! Tú solo no puedes resolver la crisis mundial de la biodiversidad, pero tus acciones pueden generar un cambio positivo para los demás.
Aquí tienes una breve lista de las cosas que puedes hacer ahora mismo: