Liberación de ríos en Nueva Inglaterra
Las vías fluviales de Nueva Inglaterra—las más fuertemente represadas en los Estados Unidos—están reapareciendo.
Por Jenny Rogers, Editora Asociado y Escritora, Revista Nature Conservancy
Sally Brown sabe cómo organizar una fiesta. En el segundo piso de una vieja fábrica en la parte rural de New Hampshire, ella reunió a varios amigos para observar una represa—su represa—ser removida del río Ashuelot. "Fue muy emocionante", recuerda algunos años después. "Teníamos sándwiches y té helado. Teníamos un picnic normal mientras lo observábamos. Una pequeña fiesta de remoción para esa maldita represa".
La represa, ubicada en un afluente del río de Connecticut, antes energizaba una fábrica textil conocida como Homestead Woolen Mills, pero se había convertido en una piedra en el zapato para su familia. Brown heredó el complejo de su difunto esposo en 2008. Su familia había dirigido la fábrica desde 1911, el flujo del río impulsaba la fábrica hasta que la electricidad se hizo cargo. Anteriormente había impulsado una fábrica de cajas del siglo XIX al otro lado del río.
La represa se había mantenido allí, Brown bromea, "desde que Dios creó la Tierra". Mientras estuvo de pie, los peces pudieron migrar a través de esta parte del río. En su apogeo, la fábrica de textiles de la familia Brown empleó a 500 personas. Lana proveniente del Oeste de Texas, Nueva Zelanda y Australia llegaba por montones, los trabajadores la lavaban, teñían e hilaban antes de enviar los rollos de material a una tienda en la Séptima Avenida en Manhattan. Allí era transformada en ropa de mujer, uniformes militares, faldas y blazers de escuelas católicas, e incluso mantas del ejército durante la Segunda Guerra Mundial.
El mercado textil finalmente cayó cuando la fabricación en el extranjero se volvió más barata, y la fábrica cerró en 1987. La represa de 140 pies de largo, hecha de tablones de madera y pilas de rocas de Granite State, cayó en mal estado y se convirtió en una carga. Tomaría al menos un millón de dólares arreglarla; costaría menos eliminarla. Los Browns recurrieron a agencias por ayuda, y el largo proceso de remoción empezó.
El día del picnic de Sally Brown, un día lluvioso en agosto de 2010, una excavadora tomó un mordisco de la represa. El agua atravesó. Y por primera vez en más de 200 años, 365 millas del río Ashuelot y sus afluentes fluyeron sin interrupciones. Brown, sus amigos y varios socios involucrados en la remoción sonrieron y brindaron con sus vasos de té helado. Les había llevado 12 años al grupo, que incluía a The Nature Conservancy, llegar a ese momento.
El dolor de cabeza posiblemente terminó para Brown, pero el trabajo continúa para socios del estado y otras organizaciones que están tratando de reabrir los ríos en Nueva Inglaterra. Esta región tiene algunos de los ríos más densamente represados en el país y restaurar los flujos aquí significa repetir los triunfos de Homestead Woolen Mills muchas veces.
Más de 14,000 represas salpican el paisaje de Nueva Inglaterra. La mayoría son pequeñas—menos de 12 pies de alto—y han existido por un siglo o dos. Aunque ahora son reliquias de la Revolución Industrial, una vez fueron hazañas de la ingeniería, usando la fuerza de los ríos para girar ruedas de agua y turbinas para impulsar aserraderos, fábricas de textiles y molinos de granos.
Para entender los efectos físicos de la Revolución Industrial en el paisaje de Nueva Inglaterra, necesitas mirar la silueta de las ciudades en la región, dice Jamie Eves, director de Windham Textile and History Museum e historiador de fábricas. Viejas chimeneas se elevan sobre el pueblo que ha crecido rodeado de fábricas. Los estanques artificiales formados por las represas atraen a las personas que desean comprar una vivienda con vista al agua. Incluso después de que las fábricas cerraron, muchos pueblos se aferran a las represas que las energizaron. "Es más que nostalgia", dice Eves. "Es lo económico— y la identificación con una herencia cultural".
El sector manufacturero dejó atrás un caos industrial enorme. Antes de que la Ley Federal de Agua Limpia de 1972 exigiera cambios, los gases provenientes de vías fluviales contaminadas en Nueva Inglaterra despegaron la pintura de las casas ribereñas. En una fábrica en Connecticut, Eves dice, los trabajadores vertían en el río los tintes que habían sobrado ese día. Los residentes sabían qué día era basado en el color del agua.
Todo eso cambió ahora. Los problemas ecológicos en los ríos tienen menos que ver con la contaminación que con la conexión de hábitats diferentes. La densidad de represas en Nueva Inglaterra significa que el hábitat de los peces se trunca, las migraciones de desove son alteradas, y, en verano, las temperaturas del agua se elevan y los niveles de oxígeno disminuyen debido a los lentos caudales de los ríos. En los pasados cinco años, agencias estatales y sin fines de lucro, incluyendo The Nature Conservancy y Americas Rivers, han incrementado sus esfuerzos por descongestionar los ríos.
Esa es la especialidad de Steve Gephard. Un biólogo pesquero que, junto al Departamento de Energía y Protección Ambiental de Connecticut, ha pasado 35 años restaurando rutas nativas de salmón, sábalo y otros peces que migran río arriba desde el océano. "Cuando empecé, había tres rutas de peces en el estado de Connecticut y ninguna represa removida", dice él. "Ahora la gente que nunca había soñado con remover una represa está haciéndolo".
Las 4,000 represas restantes de Connecticut presentan un problema bastante simple desde la perspectiva de los peces: la mayoría de las especies de peces que migran río arriba simplemente no pueden saltar lo suficientemente alto como para cruzar incluso una presa pequeña y, por lo tanto, no pueden alcanzar el hábitat del otro lado. Menos hábitat significa menos peces.
No toda represa puede o debe ser removida, Gephard se apresura a decir. Él y sus socios de The Nature Conservancy y American Rivers tratan de ser estratégicos cuando seleccionan las represas que serán removidas.
En 2011, una asociación de múltiples agencias finalizó un esfuerzo de cuatro años en 13 estados para mapear e identificar las represas donde la remoción proporcionaría el mayor beneficio, incluyendo toda la cuenca del río de Connecticut. El río domina Nueva Inglaterra, recorriendo 410 millas a través de cuatro estados e impulsando docenas de instalaciones hidroeléctricas a lo largo de su corriente principal y afluentes. Sus afluentes se extienden desde la frontera entre Quebec y New Hampshire hasta Long Island Sound. En promedio, en esas vías fluviales se encuentra una represa cada 10 millas. "Tienes más de 2,700 represas documentadas en la cuenca", dice Kim Lutz, el director del programa de TNC para el río de Connecticut. "No quieres gastar tu tiempo imprudentemente".
TNC construyó una base de datos de represas para priorizar dónde comenzar. La asociación diseñó un software que ayuda a todos a enfocarse en las represas cuya remoción podría tener los mayores beneficios para los peces migratorios y residentes, incluso para el propio río. "Analiza las cosas que podrías pensar que son muy obvias, como cuántas millas de río están conectadas", dice Lutz, agregando que también considera cuántas obstrucciones existen río abajo de una determinada represa. Este proceso ayuda a identificar las barreras que—si se eliminan—proporcionarían los mejores resultados para el río.
Un esfuerzo similar se ha desarrollado en la cuenca del río Penobscot de Maine, donde el estado y agencias federales, TNC, y otros grupos no gubernamentales están mapeando represas y alcantarillas en miles de riachuelos. Después de remover dos de las mayores represas hidroeléctricas de la corriente principal y construir una desviación de peces en una tercera—parte de un histórico acuerdo de $64 millones de dólares firmado por Penobscot Indian Nation, cinco organizaciones sin fines de lucro y agencias estatales y federales en 2004— un nuevo análisis en afluentes está ayudando a los colaboradores a enfocarse en la apertura de un hábitat adicional para las migraciones anuales de salmón del Atlántico, arenque de río, lamprea de mar, sábalo y anguila americana.
Al volver a conectar partes de la corriente principal de Penobscot, se puede acceder a casi 2,000 millas de río desde el Atlántico. Antes de que las represas fueran removidas la migración de peces desde el océano era limitada a un poco más de 30 millas de río navegable. Las represas han alterado las redes alimenticias a través de estos sistemas, afectando incluso la pesca costera de bacalao y halibut en el Golfo de Maine, de acuerdo con Joshua Royte, un científico de conservación para TNC en Maine. Y, por décadas, los peces han sido criados en cautiverio y transportados río arriba. Con la remoción de barreras en Penobscot, los peces están regresando. Conteos anteriores de solo unos pocos miles de arenques de río se han extendido a más de 1.8 millones en 2016. Los investigadores también documentaron tres esturiones de nariz corta que nadan más río arriba de lo que se ha visto en 200 años. El enfoque ahora está en remover las pequeñas represas y los cruces de alcantarillas que obstruyen en los nacimientos del río, que los biólogos esperan que continúe aumentando el número de peces. "Necesitamos empezar a sanar los mil pequeños cortes en los nacimientos de los ríos", dice Royte. A medida que haya más hábitat disponible para el desove y la cría, espera que las poblaciones de peces continúen creciendo.
La remoción y modificación de represas a lo largo del río Penobscot se han convertido en un ejemplo que el equipo de TNC cita cuando aconseja a naciones en desarrollo que desean incrementar sus suministros de energía hidroeléctrica. "Usamos el Penobscot como un ejemplo poderoso porque se les ocurrió una solución en la que el sistema [hidroeléctrico] en general producirá tanta energía como antes de que la represa fuese removida. Pero al tomar las decisiones correctas de cuál represa debe permanecer y cuál debe ser removida, transformaron la forma en la que [el río] funciona para los peces", dice Jeff Opperman, quien, como el científico principal del programa de TNC Saving Great Rivers, brinda asesoramiento estratégico para desarrolladores internacionales de energía hidroeléctrica. "Para otros países, el reto es hacerlo bien la primera vez . Los países que ahora están construyendo represas tienen la oportunidad de encontrar la solución correcta—como finalmente encontraron en el Penobscot—en el primer intento".
A lo largo del río de Connecticut a través del interior de Nueva Inglaterra, el gran éxito del acuerdo sobre el río principal del Penobscot se siente lejos pero no imposible. Más de 2,700 represas obstruyen el río y los afluentes. Pero estas barreras decrépitas son cada vez menos y más lejanas entre sí, dice Amy Singler, una ecóloga fluvial con sede en Massachusetts quien trabaja para American Rivers y TNC.
Singler ha estado trabajando en los ríos por 16 años. Ella habla rápido, saltando entre proyectos y las dos organizaciones para las que trabaja. "Docenas de proyectos están en marcha en Nueva Inglaterra", ella dice. Este año en Connecticut, siete represas han sido removidas, incluyendo los proyectos liderados por TNC en el río Jeremy y el río East Branch Eightmile.
Parte de ese impulso proviene de la nueva legislación para la seguridad de represas que brinda razones a los propietarios para reparar sus represas o removerlas por completo. Los propietarios generalmente deben garantizar cierto nivel de seguridad en su propiedad, pero legislación aprobada primero en Massachusetts y más recientemente en Connecticut ha hecho de la responsabilidad del propietario una carga más pesada. Si una presa falla, los propietarios deben responder por los daños. "Para los propietarios de represas, dicen que esto es una responsabilidad", comenta Singler. No solo eso, sino que el costo de inspeccionar las represas regularmente—requerido por la ley estatal—ha aumentado.
Los propietarios también se están dando cuenta de que las represas y los estanques artificiales con los que crecieron no son tan naturales como parecen, dice Singler. "Los estanques tienen que ser dragados, las represas tienen que ser cuidadas", dice ella. Pero una vez que su trabajo está hecho, está hecho—no requiere mantenimiento. "Estamos restaurando la función de un ecosistema. Eso es lo realmente emocionante: los ríos se están autoreparando".
Los mejillores ahora se transportan río arriba junto con los peces, agregando nutrientes para otras especies aguas arriba. A medida que regresan los alevines, aumenta la tasa de anidación de las águilas pescadoras. A medida que los estanques artificiales vuelven a dejar fluir el agua libremente, los búhos, los mapaches, las nutrias y otros animales se benefician de las mejores corrientes de peces. "Todos estos animales están sentados en el banquete", dice Gephard.
Es ese aspecto de autoreparación lo que hace que los biólogos se enfrenten a las miles de represas que aún no se han eliminado. Gephard recuerda un corredor de peces que instaló en Connecticut 15 años atrás: el pasado año, 90,000 peces fueron contabilizados atravesando la represa, de las pocas docenas contabilizadas en el momento en que el corredor se instaló. Singler recuerda un río en 2014 donde lampreas de mar fueron encontradas desovando solo seis meses después de que ella ayudara en la remoción de una represa.
Estos días Sally Brown ya no se preocupa más por su antigua represa en el Ashuelot. Seis años después de la fiesta de remoción, Homestead Woolen Mills está siendo reacondicionada. Brown vendió los edificios de la fábrica a un desarrollador el año pasado, y pasó el siguiente verano revisando fotos y documentos—decidiendo, como gran parte de Nueva Inglaterra, cuáles elementos de la Revolución Industrial quería conservar. Está completamente fuera del negocio de fábricas y lista para retirarse.
En cuanto a la represa, se alegra de deshacerse de ella. Las fotografías y los recuerdos serán suficientes.