Comadrejita trompuda, habitante de la Reserva Costera Valdiviana
Uno de los animales menos conocidos de Chile eligió a la Cordillera de la Costa valdiviana como hábitat
Un monitoreo sistemático con cámaras trampa, implementado en la Reserva Costera Valdiviana y en el Parque Nacional Alerce Costero desde 2016 permitió determinar un incremento de sitios con presencia del pequeño y poco conocido marsupial.
Descubierta en 1922, la comadrejita trompuda es uno de los mamíferos del que menos se sabe, por lo que el estudio “Presencia de la comadrejita trompuda (Rhyncholestes raphanurus) en la Cordillera de la Costa Valdiviana, Chile”, donde Danilo González y Erwin Ovando, guardaparques de la Reserva Costera Valdiviana, figuran como coautores, es un avance importante en su conocimiento.
Eduardo Silva, académico de la Universidad Austral de Chile y coautor del estudio, cuenta que “es un animal único, del que se sabe muy poco. Desde su descubrimiento a la fecha, la cantidad de localidades donde se ha visto es poquísima y, con todo lo que ha avanzado la ciencia y el conocimiento, este marsupial se mantiene como uno de los animales más desconocidos en Chile”.
Publicado en la revista Bosque, de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral, el estudio aporta un conjunto de nuevos registros en la Región de Los Ríos para esta especie endémica de los bosques templados lluviosos de Sudamérica.
Los registros fueron obtenidos entre 2016 y 2022 en monitoreos anuales con cámaras trampa en la Reserva Costera Valdiviana y el Parque Nacional Alerce Costero, áreas protegidas ubicadas en las comunas de Corral y La Unión en la Región de Los Ríos.
Con 60 puntos de muestreo constante en la Reserva Costera Valdiviana y 35 en el Parque Nacional Alerce Costero, se detectó la presencia de la especie en 31 ocasiones, distribuida en 17 sitios: 15 en la Reserva Costera Valdiviana y 2 en el Parque Nacional Alerce Costero.
Estos hallazgos, según se indica en el estudio, representan un incremento significativo en el número de localidades con presencia confirmada de esta especie, enriqueciendo el registro de 21 localidades que Gabriel M. Martin (2011) hiciera para el período de 1924 a 2011.
“Si bien la escasez de datos no permite hablar su población, sí se puede decir que la especie tiene una presencia más amplia en esta zona de lo que pensábamos y además aquí está el registro más al norte de la especie; al norte del río Valdivia no ha aparecido, con esfuerzos importantes de cámaras trampa”, explica Silva.
Testigo del tiempo
La comadrejita trompuda es la única especie viviente del género Rhyncholestes, es una especie relicta y se le considera un “fósil viviente”. Su estado de conservación es Vulnerable (VU), según el Reglamento de Clasificación de Especies (RCE) y Casi Amenazada, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Es la más pequeña de las cuatro especies de marsupiales chilenos, promedia los 19 cm desde la punta del hocico a la punta de la cola. Tiene ojos pequeños, orejas redondeadas y un hocico que parece una pequeña trompa. No tiene bolsa marsupial ni posee pulgares oponibles ni cola prensil, razón por la cual no trepa. Tampoco migra, por lo que es sumamente vulnerable a la pérdida de hábitat y a la degradación y fragmentación del bosque.
Bosques de olivillo costero donde ha sido observada la comadrejita trompuda, en la Reserva Costera Valdiviana.
Las comadrejitas trompudas fueron detectadas durante las cuatro estaciones del año en zonas de bosque siempreverde, bosques de alerce y, ocasionalmente, en plantaciones de eucaliptos. Para Danilo González, Coordinador de Guardaparques de TNC Chile en la Reserva Costera Valdiviana, “Lo grato es encontrar a esta especie en distintos ambientes, en un rango de hábitat mayor”.
Aunque en algunos casos se observara en plantaciones de eucaliptos, estos hallazgos se hicieron cerca de los bosques de olivillos costeros. Además, “éste sigue siento un hábitat antiguo. Las plantaciones no tienen tratamiento forestal ni control de rebrote y están siendo absorbidas por el bosque”, señala González.
El área fue explotada desde el siglo XVIII, pero fue durante las décadas de 1980 y 1990 cuando se talaron y quemaron miles de hectáreas de bosque nativo y se sustituyeron por especies exóticas en un modelo forestal no sostenible que no prosperó, pero que dejó huellas en los bosques milenarios de la llamada Cordillera Pelada, al sur de la región de Los Ríos, refugio glacial durante el Pleistoceno para una gran diversidad de especies de alto endemismo.
En 2003, The Nature Conservancy (TNC) adquirió en una subasta pública alrededor de 60.000 hectáreas, que incluían 3.500 hectáreas de plantaciones de eucaliptos, y creó la Reserva Costera Valdiviana. Luego, con una donación de cerca de 9.500 hectáreas a CONAF, promovió la creación del Parque Nacional Alerce Costero en un modelo que articula esfuerzos públicos y privados para la conservación.
“En las zonas altas ves los alerces quemados, en otras zonas ves los procesos de sustitución que hubo en curso; hace 25 años la zona era portada de la tragedia del bosque chileno, hoy es uno de los principales ejemplos de conservación en Chile donde hay un cambio total de trayectoria”, señala Silva.
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10 años de monitoreo
El monitoreo de la comadrejita trompuda se enmarca en un esfuerzo mayor de monitoreo de especies en la Reserva Costera Valdiviana que este año cumple 10 años. “El monitoreo sistemático, con seguimiento de cómo van las poblaciones, comenzó en 2015 y es el más antiguo de Chile”, comenta Eduardo Silva, quien inició las actividades de monitoreo con cámaras trampa en la Reserva en 2007.
Sorpresivamente, se detectó en 2016 en un control de calidad por parte de Viviana Vásquez, primera autora del estudio, quien se encontraba analizando, por segunda vez, miles de fotos de las cámaras trampa de esa temporada, dispuestas para el registro de mamíferos como zorro chilote, guiña y pudú. De pronto, reconoció a esta escurridiza especie que no había sido detectada en los análisis de los sets de datos de ese año ni de los anteriores, lo que destaca la importancia de las metodologías y protocolos de análisis.
De todas maneras, indica Silva, “las cámaras trampa han abierto un mundo gigante. hay muchas cosas que pensábamos que eran raras, porque son difíciles de ver, y no lo son tanto. Las nuevas tecnologías nos abren ojos que no teníamos”.
Los monitoreos de especies con cámaras trampas aportan al conocimiento sobre las especies y la información que entregan son insumo clave para establecer políticas y prácticas de protección, conservación y gestión de especies. En 2024, CONAF presentó una plataforma de Fotomonitoreo para las especies nativas del país que son objeto de conservación. Los monitoreos sistemáticos de CONAF se iniciaron en 2016.
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