Mujeres Guardianas del Territorio y la Memoria Ancestral Amazónica
En Solano, Caquetá, en la Amazonia colombiana, el papel de las mujeres es cada vez más visible en la toma de decisiones en su territorio.
Históricamente, los pueblos indígenas han jugado un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad del planeta. Aunque estas comunidades constituyen menos del 5% de la población mundial, son guardianas del 25% de las tierras del mundo y casi del 80% de la biodiversidad de la Tierra. En Colombia, según el censo del DANE de 2018, la entidad encargada de la información sobre población, la migración, los grupos étnicos y la vivienda en Colombia, se estima que hay 1,9 millones de indígenas, de los cuales el 50,1 % son mujeres. Reconocer el rol que ellas desempeñan en la protección del medio ambiente es clave para avanzar en la conservación de los recursos naturales.
En Solano, Caquetá, en la Amazonía colombiana, TNC ha trabajado durante más de una década con comunidades indígenas en procesos de conservación y gestión territorial. Uno de los enfoques clave de este trabajo ha sido la equidad de género, promoviendo la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones y fortaleciendo sus capacidades para liderar procesos comunitarios.
Para Carolina Polanía, especialista en Conservación Basada en Comunidades de TNC Colombia, el papel de la mujer ha sido cada vez más visible: “Cuando llegamos allí había algunas lideres, no muchas, en las comunidades Huitoto y Coreguaje. Sin embargo, este panorama ha ido cambiando gracias al trabajo de diferentes entidades que facilitaron que cada vez más mujeres participaran en la toma de decisiones, lideraran sus comunidades y ocuparan espacios de incidencia territorial”.
Encuentros Interculturales de Mujeres del Caquetá
Más de 70 mujeres indígenas, campesinas y afro de Solano se reúnen anualmente en un encuentro intercultural para compartir sus saberes y fortalecer sus organizaciones en torno a la conservación del territorio. A través de sus culturas el arte y el intercambio de conocimientos, el proceso que se ha extendido no solo las mujeres indígenas sino también campesinas y afro, ha tejido una red de aprendizaje y resiliencia que refleja la diversidad y la riqueza de sus culturas. Durante varios días, el sonido de sus voces, el calor del fogón y los colores de sus tejidos se entrelazan en un espacio de reencuentro con sus raíces y con la urgencia de cuidar su territorio.
Para las mujeres indígenas de Solano, la cocina es más que la preparación de alimentos: es un acto de resistencia, memoria y cuidado del territorio. En sus fogones hierven saberes ancestrales que han sido transmitidos de generación en generación, resguardando no solo recetas, sino también una forma de vida basada en el equilibrio y la conexión con la naturaleza. La riqueza de la olla y el fogón es un reflejo directo de la biodiversidad que las rodea y que protegen.
Rosa Elvira Fusiamena una de las participantes de la Comunidad de Ismuina del pueblo Murui muina, lo expresa: "Sembramos el bosque con comidas típicas de lo que tenemos, muchas variedades de semillas como la yuca, el plátano, el chontaduro y la uva caimarona. Así cuidamos nuestras tierras. Si el bosque desaparece, no podemos cultivar la comida y nos quedamos sin poder alimentar a nuestros hijos". La seguridad alimentaria está íntimamente ligada a la salud del territorio, lo que convierte a la conservación en una tarea cotidiana de cada siembra y cada cosecha.
En este intercambio de sabores y saberes, las mujeres compartieron no solo recetas, sino también sus conocimientos sobre las plantas y su uso medicinal. Para Justina Gómez, perteneciente también a la comunidad de Ismuina del pueblo Murui muina, la cocina y la medicina tradicional son expresiones de un mismo principio: la conexión con la tierra. "Me gustaría aprender diferentes clases de medicina y seguir explorando las especies que tenemos en nuestras chagras. Tenemos tres plantas sagradas: la coca, el ambil y la yuca dulce, que representan a la mujer". Recordando la importancia de mantener vivas estas prácticas que fortalecen la identidad y la autonomía de sus comunidades.
El Arte y el Territorio: un Lazo Inseparable
Estos encuentros también son un espacio para reflexionar sobre el impacto del cambio climático en sus territorios y en sus vidas. A través del arte, las mujeres encuentran una manera de expresar su relación con el bosque y sus plantas de poder, fundamentales para sus sistemas de conocimiento. La pintura, el tejido y la oralidad se convierten en herramientas para relatar sus historias y denunciar las amenazas que enfrentan.
"El cambio climático nos está afectando con la sequía, los árboles pierden su flora y eso impacta nuestro territorio. Cuidamos mucho estos árboles, no solo porque los usamos en nuestra medicina tradicional, sino porque también nos generan ingresos". Graciela Ulcué del pueblo NASA de Solano, comparte una preocupación latente de los pueblos indígenas, la crisis climática no es solo una amenaza ambiental, sino también un desafío económico que pone en riesgo sus formas de vida.
También el arte también surge como un puente entre generaciones. Diana Marcela Ramírez, del pueblo NASA de Solano lo describe con emoción: "Como indígena, todos estamos tejiendo un solo pensamiento. Compartimos nuestros sabores y saberes porque, aunque cada una tiene un mundo diferente, todas vamos hacia el mismo destino".
Empoderamiento y Liderazgo para el Futuro
Más allá del intercambio de conocimientos, estos encuentros también fortalecen el liderazgo de las mujeres. Para muchas, participar en estos espacios significa romper barreras y ampliar su papel dentro de sus entornos. Deuli Sánchez Garzón, mujer campesina de la vereda Hericha del alto Caquetá expresa con determinación "No me puedo quedar solo en lo que estoy haciendo en mi casa. Puedo ayudar a otras familias, a mi comunidad, a mi tierra. Puedo crecer y ayudar a crecer a otras familias". Sus palabras reflejan el espíritu de transformación que impulsa estos procesos.
Por su parte Tatiana Ordoñez, Coordinadora de mujer, familia y niñez de la Mesa Permanente de Concertación de Pueblos Indígenas del Caquetá subraya el papel fundamental de las mujeres indígenas en el cuidado del territorio: "Somos las conocedoras, sabias, orientadoras y educadoras. Seguimos transmitiendo saberes ancestrales y fortaleciendo economías propias, educación y salud para mejorar el buen vivir". En un contexto donde las mujeres han sido relegadas de los espacios de poder, estas iniciativas nos permiten consolidar una voz que emana paz, emana armonía, amor y mucha resiliencia.
Para Zoraida Ramos, representante de las comunidades afro, la clave está en la continuidad del aprendizaje y en el legado que se deja a las nuevas generaciones: "Estos procesos nos ayudan a fortalecernos en lo familiar, social y cultural. Nos permiten dejar un conocimiento a las próximas generaciones, abonando el territorio con aprendizajes que perdurarán en el tiempo", donde la conservación no solo es ambiental, sino también cultural y espiritual.
Con iniciativas como esta, las mujeres de Solano continúan consolidándose como guardianas de la memoria ancestral y de la biodiversidad amazónica. A través de sus saberes, sus artes y su liderazgo, siguen tejiendo caminos de resistencia y conservación para las futuras generaciones. Su voz resuena en la selva, reafirmando que la defensa del territorio es también la defensa de la vida y del conocimiento ancestral.