Historias en Colombia

Proteger los ecosistemas de agua dulce, una de las claves para detener la pérdida de vida en el planeta a 2030

Colombia avanza en la actualización del Plan de Acción de Biodiversidad, una oportunidad para diversificar las formas de conservación.

Cienaga de Zapatosa © Elegua Producciones/TNC

El proceso de actualización del Plan de Acción de Biodiversidad (PAB), una estrategia intersectorial, liderada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), y con el apoyo de The Nature Conservancy (TNC), WWF y otras organizaciones, busca cumplir con las metas establecidas en el Marco Global de Biodiversidad Kunming Montreal (MGB pos-2020), que estableció el objetivo de detener la pérdida de vida en el planeta para 2030 y recuperarla para 2050.

Para TNC, una de las claves en este proceso es la protección de los ecosistemas de agua dulce (ríos, lagunas, humedales, entre otros), así como establecer marcos para una gobernanza comunitaria efectiva. “Colombia ha considerado tradicionalmente en sus esquemas de conservación solamente a los océanos y los ecosistemas continentales. Nosotros creemos que la conservación del agua dulce, si bien desde una mirada de paisaje se integra en las estrategias continentales, debe tener un enfoque particular porque, por ejemplo, las extensiones de tierra se pueden delimitar, mientras que los ríos plantean una conectividad especial y son de uso público. Las lógicas cambian”, detalló Catalina Góngora, lideresa de Política Pública de TNC Colombia.

A pesar de su valor, los ríos aún no cuentan con una figura de protección que considere la biodiversidad del agua y la tipología de ríos, ni fuentes de información consolidadas que detallen de manera integrada las características hídricas como la calidad del agua o la sedimentación, con su estado de cara a impactos de cambio climático o socioculturales que impacten la efectividad de las medidas de protección y de resiliencia de los ecosistemas.

Frente a esto se han identificado vacíos en las figuras de conservación que no contemplan mecanismos propios de un ecosistema de dominio público y con manejo multijurisdiccional en el caso de los ríos, así como en las métricas, indicadores y sistemas de monitoreo disponibles para hacer seguimiento a la vida en estos ecosistemas, siendo el Instituto von Humboldt el encargado de revisar este proceso, de definir una hoja de ruta y de plantear soluciones a la falta de interoperabilidad de los indicadores del Sistema Nacional Ambiental. El reto es desarrollar elementos de integración local y comunitaria en el sistema de monitoreo que acompañará al nuevo PAB.

A esto se suma el reto de desarrollar una gobernanza comunitaria, en particular en los ecosistemas de agua dulce. Esto debido a las características de los ecosistemas de agua dulce, que son un lugar de encuentro de distintas actividades cotidianas por sus servicios ecosistémicos: alimento, transporte, recreación, yacimientos de diversos materiales, generación eléctrica, entre otros.

Por este motivo, en el país avanza la actualización del Plan de Acción de Biodiversidad, que promete diversificar las formas de conservación, incluyendo a las comunidades que habitan en los ecosistemas, para conservar la vida tal como la conocemos.